«Sal fuera»

Lázaro, un gran amigo de Jesús, está enfermo. Sus hermanas le piden que le cure. Jesús no acude cuando se le necesita y muere.

A veces, nuestras expectativas son tan cortas, que conviene que demos un salto y veamos las cosas como Jesús porque él no cumple nuestras expectativas sino nuestras más grandes esperanzas.

Ahora, resulta, que Lázaro ha muerto. Ya no se puede hacer nada.

Jesús se dispone a ir a Judea aunque sabe que es arriesgado. Su sentido de vida no está en evitar el peligro y las dificultades, sino en que Dios sea glorificado.

Ahora viene una escena impresionante: todos están expectantes alrededor del sepulcro. Unos lloran; otros están molestos con Jesús porque no llegó a tiempo. Y, de pronto, se oye una voz: “Lázaro, sal fuera. Se produce un silencio de gran tensión para todos.

Lázaro tiene que decidir y se pregunta: ¿Dónde estoy llamado a vivir: entre los muertos o entre los vivos con Dios? Y se moviliza y sale del sepulcro.

Esta misma llamada la tenemos ahora para nosotros. “Sal fuera de tu sepulcro y descubre el poder y la gloria de la resurrección de Jesús y de su Espíritu”.

(E.A.)

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