- benedictinas
- diciembre 10, 2023
- 10:43 am
El evangelio de Marcos comienza con la voz de un profeta, Juan. Y llama a acoger una buena noticia.
Juan fue cualquier cosa menos el vecino ideal: era un fanático de Jesús, se vestía muy raro, era muy ruidoso y gritón y comía poco y mal, sin mirar valor nutricional de los alimentos ni fecha de caducidad.
Pero Dios lo eligió para proclamar la venida de Cristo. Él nos dice que podemos iniciar un camino diferente. No estamos condenados a seguir siempre lo mismo, en las manías nuestras de actitud que nos alejan de Dios. Dios puede crear algo nuevo en nuestra vida marcando un antes y un después.
Como Juan, también nosotros podemos ser profetas, testimonio contracultural, presentando valores diferentes y provocando la conversión y el cambio en las personas que nos rodean.
Conocemos que el pecado es, ante todo, una pérdida de tiempo porque nos aleja y nos deja sin energía.
Juan aceptó el riesgo de irse al desierto y llamar a la gente al arrepentimiento.
Este evangelio no nos deja indiferentes porque nos hace alguna pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que hablaste de Jesús a tus amigos y familiares? Si fueras mudo y tu vida fuera el único testimonio disponible, ¿sabría alguien que Cristo existe y que tú eres su seguidor?
Tenemos que colaborar a preparar el camino del Señor. No solo en nuestro entorno, sino en toda la sociedad. No mantengas a Cristo en tu secreto interior. Es mejor que lo proclames con tu vida y tus palabras.
(Sor Ernestina)
Marisa
No mantengas a Cristo en tu secreto interior.
Programa para el Adviento.