«ID AL MUNDO ENTERO…»

Gran responsabilidad es la que tenemos: proclamar el Evangelio a toda la creación.

No es una sugerencia de Jesús, es un mandato. No es una asignatura optativa; es necesario para obtener la graduación como cristiano. Todo está en creer en la promesa del poder y la capacidad que Jesús da para la misión. Porque, ciertamente, es difícil. Lo importante es que no perdamos nunca la esperanza, sino que confiemos en la promesa. Los cristianos de los primeros siglos cumplieron este mandato; ahí tenemos a los mártires, por ejemplo.

Para cumplir este mandato, debemos tener una fuerte motivación. Y el ir implica movimiento, ir a alguna parte en una dirección determinada; nunca indica algo estático; implica siempre un desplazamiento, tanto físico como espiritual.

Si verdaderamente tenemos a Cristo en el corazón, tendremos también un gran anhelo de evangelización.

(E.A.)

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