EGO / SER

Cuando uno se decide a seguir al Señor, lejos de empezar un tiempo de descanso, todo se pone patas arriba, todo puede estar en riesgo. Pero no tengamos miedo. Este sentimiento es el más contrario a la fe y a la confianza en el Señor. ¡Y tenemos tantos miedos paralizantes!

El primer paso es salir de nuestro ego miedoso y descubrir lo que verdaderamente somos: la gran fuerza del Espíritu Santo que llevamos en nuestro verdadero ser. Confiar en Dios no es confiar en un ser divino, poderoso fuera de nosotros, que nos da todo lo que le pedimos. Es confiar en nuestro propio ser, en la vida, en lo que somos de verdad. Confiar en Dios es descubrir a Dios como fundamento de nuestra vida, aceptar la realidad que quiere para mí en cada momento; en definitiva, dejarnos llevar por la energía de la vida.

Dios crea en cada momento y, en cada momento, está involucrado en cada acontecimiento. La confianza, la fe, no es un premio para los buenos; sino que es una necesidad para todo ser humano. El miedo no es apropiado para un buen soldado o un buen marinero; pues mucho menos para un cristiano que milita para el ejército del Señor, el verdadero Rey.

El mensaje de Jesús no es un secreto para privilegiados que están en éxtasis permanente. Toda revelación es para todos. Y, de ahí, la necesidad del testimonio.

Un cristiano oculto es una contradicción grande.

(E.A.)

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