- benedictinas
- 16/04/2023
- 09:14
Jesús ha muerto
y se esconden;
les acobarda el miedo.
¿Qué hacen?
Sufrir la congoja en silencio.
En esto, “descubren”
una fuerza que habita
en su interior más pleno.
Su emoción se torna: ¡alegría!
al ver a Jesús entre ellos.
Uno, el mellizo,
no estaba en el grupo.
No da fe a sus palabras.
Quiere meter la mano en el fuego.
¿Qué pasa?
Que estando con ellos,
descubren de nuevo al Maestro:
todos se felicitan
y Tomás confiesa su fe:
¡Señor mío; Dios nuestro!
Ahora toca mi turno,
antes ha sido el de ellos.
Yo con miedo vivía.
¿Por qué?
Me acobardaba la vida,
la gente, sus miras…
y cual veleta ante el viento
mi vida giraba… con miedo.
Has vuelto, Jesús, con tu brisa:
derrites el hielo,
toman fuerza mis pasos
y cobra vigor mi entusiasmo
de vivir para ti, por el Reino.
(R.M.)