¡CRECER…!

¡CRECER…!

Una vez más, encontramos juntos a Juan y a Jesús.

¿Cómo dice Juan que no conocía a Jesús? Eran primos, se conocían desde pequeños, habían jugado y hablado juntos muchas veces. Es que tenía que mirarlo con una mirada nueva para descubrir su verdadera identidad: era el Cordero de Dios; alguien mucho más importante que él, el que poseía el Espíritu Santo, el Hijo de Dios. Y, desde ese momento, apoyó todos sus proyectos con la alegría de verlo crecer a Él, y él disminuir. Incluso les dijo a sus discípulos que lo dejasen a él y siguiesen a Jesús.

¡Qué giro daría nuestra vida si fuésemos como Juan! Una vida de libertad de nosotros mismos, sin esos pensamientos autorreferenciales de protagonismo, sin esos sentimientos desordenados, con una mirada de admiración y de agradecimiento hacia todos nuestros hermanos, haciéndolos crecer, construyendo juntos un futuro de esperanza.

Esta sería la principal manifestación de la presencia constante del Espíritu Santo en nosotros.

(E.A.)

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2 comentarios

  1. enero 15, 2023 at 1:15 pm
    Marisa

    Sí! Ojalá se nos regale esa mirada de AMOR a los demás.

  2. enero 15, 2023 at 3:10 pm
    Casina

    Pues sí, aprender a dejar crecer “borrándonos”.

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