- benedictinas
- 19/03/2023
- 09:26
Jesús se encuentra con un ciego de nacimiento. La ceguera de este hombre simboliza la profunda y trágica situación del ser humano que es incapaz de verse a sí mismo con verdad porque está oculta para él. Ni siquiera quiere ser curado porque no se da cuenta de que está ciego. Pero Jesús se acerca a él, toma la iniciativa y se presenta como Luz. El ciego responde con la obediencia de la fe y ve. Hay en él una transformación total. Antes la ceguera formaba parte de su personalidad; ahora es capaz de dar un salto e identificarse con el hombre curado y decir: «Yo soy ese hombre».
La gente que le rodea ve la novedad y se pregunta: «¿Quién es este hombre que ahora ve?». Este hombre curado se ha convertido en misterioso para los que le rodean y buscan explicaciones; y la buscan entre los fariseos, los que saben todo, los tradicionales. Se equivocan porque no están a la novedad del poder de Dios.
Son el gran problema para Jesús, los que creen que ven, pero están ciegos; los que asumen ver todo con claridad y están cerrados a la conversión.
Nosotros, ¿dónde nos situamos hoy? Con sinceridad, ¿con el ciego curado o con los fariseos obstinados?
(E.A.)
Rosa María
Yo soy el ciego curado, pués cuando Jesús llegó a mí, mis ojos se abrieron aún mundo dónde me gusta estar y ese mundo es el de la humildad, oración y con le deseo de llevar una vida monástica, en comunidad con las hermanas benedictinas, con las que quiero llegar a ser una servidora de Dios, rezando todos los días para que por fin muy pronto este deseo se cumpla. Que Dios me ayude