CORPUS CHRISTI

«Carne» y «Sangre» expresan todo el ser de Jesús; una presencia que está más allá de nuestra comprensión. Y Jesús promete vida eterna, una calidad de vida que podemos ya disfrutar ahora. Se nos invita a permanecer siempre en una intensidad de vida y relación con Jesús. Lo que él nos ofrece no es para admirarlo, sino para comerlo, alimentarnos de ello, tenerlo muy dentro de nosotros. No se trata de conocer su vida, sino de comerla, masticarla para que penetre con fuerza en nosotros.

Los oyentes de Jesús protestan ante la aparente grandiosidad de sus palabras: ¿Cómo puede este vecino nuestro, tan conocido, declarar que él es el pan que viene del cielo?

Para nosotros lo importante es que este Jesús, presente en la Eucaristía, es el mismo que nos viene al encuentro en la cotidianeidad de nuestra vida. Si se nos escapa la vida, se nos escapa el Señor.

(E.A.)

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